El incendio de la Paramera, en la provincia de Ávila, con más de 22.000 hectáreas quemadas, se convirtió en el verano de 2021 en el más grave de la historia de Castilla y León. Poco menos de un año después, el de la Sierra de la Culebra, en Zamora, con más de 62.000 hectáreas arrasadas, le sustituyó como el más grave, no solo de Castilla y León, sino de España.
Entre los dos, quedaron arrasadas más de 84.000 hectáreas. Un panorama «desolador» que hizo que desde las administraciones se pusieran a trabajar desde el primer momento para paliar los primeros efectos de la tragedia y para recuperar lo antes posible las zonas, si bien no recuperarán su aspecto hasta dentro de 50 años.
Hasta ese momento, queda mucho trabajo por hacer, según han declarado las distintas fuentes con las que se ha puesto en contacto Europa Press para ver cómo se tiene que proceder. ¿Y qué es lo primero que se hace? La retirada de la madera quemada, que sale a subasta, y las acciones para evitar la contaminación del agua.
Así lo ha explicado el jefe de Área de Gestión Forestal del Servicio Territorial de Medio Ambiente de Zamora, Carlos Villar, durante una visita a la zona de la Sierra de la Culebra, en Zamora. Villar ha insistido en que lo primero que hay que hacer cuando se produce una tragedia así es retirar la madera quemada porque supone «un grave riesgo fitosanitario», sobre todo, para la especie de los pinos.
Del incendio de Zamora, que tuvo lugar en junio y julio de 2022, ya se han celebrado tres subastas de 60 lotes de madera quemada, de la que puede aprovecharse comercialmente. Con el cuarto lote, que saldrá en breve, serán ya 10.000 hectáreas las enajenadas con un importe de un millón de euros y 1,3 millones de metros cúbicos de madera, con los que se obtienen unos ingresos de 17,5 millones de euros.
Esos ingresos se reparten entre el 70 por ciento para el propietario del monte de utilidad pública, en este caso en manos de los ayuntamientos afectados, y el 30 restante a un fondo que va destinado a la restauración de estos montes.
Además de esta madera que se puede aprovechar comercialmente, ya con medios propios o a través de alguna empresa se retirará el resto de la madera que no puede destinarse a la venta.
Después de esa retira de la madera, lo que se hace es llevar a cabo actuaciones de emergencia hidrológico forestal con el objetivo de «disminuir la erosión del terreno». En concreto, se están llevando a cabo albarradas y faijas en los torrentes y en los cauces con el objetivo de disminuir la velocidad del agua y, por lo tanto, la erosión, así como evitar que las cenizas puedan llegar a los acuíferos a través de las denominadas fajinas.
Luego hay otro tipo de actuaciones como reparar las pistas dañadas, la construcción de charcas para que carguen los servicios de extinción de incendios o para que beba la fauna, así como 300 trampas con feromona para atraer a insectos perforadores y vectores de enfermedades para reducir su incidencia.
Además, de las primeras actuaciones que se llevaron a cabo en el incendio de la Sierra de la Culebra, se encontraban también propuestas para asegurar el abastecimiento de agua potable de las poblaciones, a través de la protección de captaciones en la mayoría de pueblos de la zona eran superficiales. Todo ello, se realiza en estos momentos en la zona del incendio de la Sierra de la Culebra, que se produjo en junio de 2022, en Villardeciervos, y el Losacio, en el mes de julio.
Allí, se han invertido, en total algo más de tres millones de euros, entre los fondos de la Junta y los del Estado, según han indicado desde el Servicio Territorial de Medio Ambiente de Zamora.
REFORESTACIÓN
En el caso de Ávila, todas esas actuaciones -o parecidas- ya se realizaron el año pasado y ahora se encuentran en el comienzo de la reforestación de la zona.
Precisamente, en ese punto se encuentra el monte de Ávila, tal y como ha explicado el jefe de la Sección Territorial de Gestión Forestal 1 de esa provincia, Rodrigo Gandía, que ha asegurado que el objetivo es alcanzar una masa forestal similar a la que había antes del incendio. Él ha explicado que, de las 22.000 hectáreas que se quemaron este incendio, 6.700 eran de monte de utilidad pública y de ellas, 1.700 aproximadamente eran de masa arbolada.
En el caso de Ávila, la masa arbolada que se quemó era relativamente joven, ya que la mayoría de las especies se habían plantado hace 50 años. Ahora, se están replantando con ejemplares de un año de especies autóctonas.
En estos momentos, se trabaja en la preparación del terreno con una maquinaria «muy versátil» para trabajar «en fuertes pendientes», que se denomina retroaraña, a través de la cual se realizan pequeñas banquetas o fajas sobre las plantaciones que había anteriormente, pero se dejan los tocones (restos del tronco de los árboles quemados) para que, entre otras cosas, sujeten el terreno.
Se trata de una forma más rápida de repoblar, si bien se mantienen los troncos para que sujeten el terreno, tal y como ha explicado Gandía. En los entre dos y cuatro años que duren la ejecución de estas propuestas, se podría recuperar el arbolado de antes del incendio
En estas actuaciones, la Junta de Castilla y León ha invertido tres millones de euros en la preparación y plantación, si bien hay otra propuesta licitada, pendiente de adjudicación de 2,4 millones de euros.
Ambas zonas disponen de equipos de agentes medioambientales que, además de las empresas adjudicatarias, trabajan en el terreno. Uno de ellos es Manuel Sánchez, que lleva once años trabajando en la zona de la Sierra de la Culebra. Ha reconocido que fueron momentos muy duros porque veían las zonas que recorrían a diario arrasadas.
No obstante, ahora, ha señalado, que están asimilando lo ocurrido y centrándose en los trabajos que ahora hay que desarrollar para mirar al futuro.
Precisamente, desde Ávila, Rodrigo Gandía muestra su deseo de que ni este verano, ni en los próximos Castilla y León vuelva a vivir incendios.
