A las doce y media del 15 de mayo, las nubes cedieron su lugar al sol, bañando de luz la iglesia de San Juan, donde se llevó a cabo la tradicional misa en honor a San Isidro Labrador. Entre los presentes se encontraban la alcaldesa de Benavente, Beatriz Asensio, y el concejal de Hacienda, José Manuel Salvador.
El párroco Francisco Ortega Vicente presidió la misa, centrando los rezos en los agricultores y en la esperanza de buenas cosechas. Durante la ceremonia, Ortega compartió con los fieles congregados en San Juan la vida y los milagros de este santo, cuya existencia estuvo marcada por la envidia de quienes le rodeaban.
Tras finalizar la misa, se procedió a la bendición de los campos, una tradición que busca asegurar la prosperidad de las cosechas y la protección de los cultivos. Los presentes se prepararon para llevar en procesión la imagen del santo, una figura habitualmente portada por labradores.
La estatua de San Isidro recorrió las calles de Benavente hasta llegar al centro de salud norte entre cánticos y plegarias. Una vez en su destino, el párroco bendijo los campos, dirigiendo sus palabras primero hacia el este, luego hacia el oeste, el norte y finalmente hacia el sur. Esta celebración es una de las más emblemáticas para los agricultores locales, que depositan en San Isidro su esperanza y devoción, confiando en su intercesión para obtener buenas cosechas y bienestar en sus labores agrícolas.
Al concluir la bendición, la comitiva regresó a resguardarse en la Iglesia de San Juan, bajo un cielo ahora bastante nublado y amenazado de lluvia. Quizás será necesario esperar unos días para que se cumpla el dicho «San Isidro Labrador quita el agua y pone el sol».
