De vez en cuando hasta en los mismos pueblos un vecino se encuentra con un zorro, ese animal salvaje que de tonto no tiene ni un pelo y comprueba que en los caseríos halla la comida con mayor facilidad. El vulpino llega a hacerse notar por el conductor que se adentra con su vehículo en Pozuelo de Vidriales. Se observan mutuamente y el raposo se apresura a cruzar de un lado a otro de la calzada hasta que ve una vía de escape natural. Nada mejor que merodear por las casas y la iglesia. En las vísperas de la patrona, la Inmaculada Concepción.
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