El día décimotercero del viaje, etapa novena Génova-Savona ha sido de mucha calma, quizá la mejor y más cómoda para Discamino en un trayecto de apenas quince kilómetros por una ruta verde que bordeaba el mar. Unos quince kilómetros que se hicieron cortos, para algunos demasiado cortos, «No me ha dado tiempo ni de cansarme», decía Iván, aunque también agradecía ese descanso para recuperar «después de 3 días viajando a Roma en furgoneta, 9 etapas, muchos kilómetros y también muchos sustos por la imprudencia de los conductores romanos, nos merecíamos un pequeño descanso». La corta etapa nos ha dejado también un ligero respiro en Javier Pitillas.
DÍA 13°.- IVÁN YA DISOCIA, YA NO FROTA EL CULO EN EL SILLÍN COMO UN PERRILLO EN LA ARENA, HASTA SE ENGANCHA SOLO A LOS PEDALES CON LAS ZAPATILLAS AUTOMÁTICAS. SÓLO LE FALTA NO SALTAR DEL SILLÍN COMO POLLO SIN CABEZA CADA VEZ QUE PILLAMOS UN BACHE.
«Lo de hoy casi no se puede considerar etapa. Al haber hecho ayer 15 kms más de los que tocaban, para esta jornada, que ya era corta de por sí con el fin de hacer coincidir su final con el albergue Visconti de la Albissola Marina, nos han quedado sólo 30 y han sido absolutamente llanos, circulando por una vía verde pegados a la orilla del mar. A las 09:05 estábamos ya en casa de Antonia. Ahora nos queda todo el día para descansar, ir a la playa, hacer coladas,…
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Hasta la sede de nuestros anfitriones de PRÀ SAPPELO 1952 se acercaron a despedirnos Carlo, Angelo y Mabe. Fue una suerte porque así nos pusieron el sello en las credenciales que ayer nos quedaron en el olvido. De verdad que ha sido un verdadero lujo y un enorme placer conocer a estas personas».