La Electra Santibañesa es objeto de una exposición en el local del Ayuntamiento de Santibáñez de Tera, con motivo del I centenario de esta factoría de energía eléctrica. Una muestra recopilatoria gracias al estudioso local Agustín Rodríguez Miguélez quien ya adelantó en una exposición hace ahora 10 años el arranque recopilatorio de documentación e informaciones orales con el fin de escribir una historia «lo más completa de la misma».
Desde el 25 al 29 de agosto y en horario de las 17:00 horas a las 20:00 horas, la asociación socio cultural «villa de Santibáñez de Tera» organiza la muestra expositiva con paneles informativos como anuncio de la visita de homenaje que se realizará a la desaparecida fábrica de luz el próximo sábado 28 de agosto a las 11:30 horas.
La Electra Santibañesa arrancaba en el año 1920 gracias a un nutrido grupo de 117 accionistas de Santibáñez de Tera de la mano del promotor principal e ideólogo, el doctor Arturo Nieto, a la sazón médico del pueblo quien seguramente conocía ya la central eléctrica construida en el año 1911 en La Milla de Tera, gracias también a un visionario y emprendedor de Villanueva de Valrojo, don Federico de Vega Vara, quien ya poseía un molino en las aguas del Tera, en el término de Val de Santa María, actualmente bajo las aguas del embalse del Agavanzal, y estaba decidido a ampliar su actividad fabril de molienda en terrenos propicios al otro lado del río, como ya ha publicado este redactor.
Los accionistas de la Electra Santibañesa participaban de la sociedad anónima con 1 a 20 acciones hasta cubrir las 1.200 acciones y en base al número de partícipes se diseñó un plan de trabajo de construcción. Todas las familias de Santibáñez de Tera disponían de, al menos una participación en la sociedad ya sea mediante compra o mediante prestaciones de trabajo. Incluso hasta la cofradía de San Tirso contaba con una acción simbólica.
Electra Santibañesa constituyó todo un hito en la zona ribereña del Tera ya que se suministraba la luz no sólo a Santibáñez de Tera, sino también a Santa Croya, Santa Marta, Abraveses y Sitrama. Se dejaba atrás, con la llegada de una bombilla de 15 watios, con el filamento rojo en muchas ocasiones debido a los momentos de mayor consumo de la energía, la iluminación de las estancias de la casa a base del candil de petróleo o de las velas de «espelma».