Este 23 de febrero la iglesia celebra la festividad litúrgica de Santa Marta y la localidad ribereña del Tera que adopta su nombre no deja de cumplir con la tradición. La festividad ha quedado ya reducida en los últimos años a lo que por estos lares se denomina como fiesta de cazuela, de encuentros familiares.
Ni siquiera la nevada del 1956 que hizo historia, ni el fallido golpe de Estado de 1981 han hecho mover del calendario la fiesta de la patrona de Santa Marta de Tera. Ni hace 68 años, ni hace 43 años, ya que la fiesta se continúa celebrando con toda solemnidad y devoción por los vecinos de esta localidad, la que hace siglos era denominada documentalmente como Santa Marta de la Riba del Tera.
Ya no son los años atrás cuando Santa Marta registraba un abultado censo poblacional y celebraba con todo boato la festividad de su patrona. No obstante, aunque el registro de población ha venido mermando considerablemente, los vecinos quieren mantener esta tradición que se remonta a siglos anteriores.
Es ahora, más bien, una fiesta de cazuela que es aprovechada para permitir los encuentros familiares con residentes fuera de la localidad, aunque caiga en viernes, porque el vecindario es cumplidor con la tradición.
Un desfile procesional con la imagen de la mártir y patrona Santa Marta, representada en una bella talla barroca que en esta ocasión, como en el resto de fiestas anuales, ha sido revestida de flores, arrancó la fiesta de este 23 de febrero dando paso a la misa en honor a la patrona oficiada por el párroco Raúl Vega. Ya por la tarde se organiza una sesión de baile con una charanga en el salón del Ayuntamiento. La festividad de este este año ha corrido a cargo de la devota Laura Santiago Barrigón.
