Por J. Antonio Vega
Desde hace unos días leo en Benavente Digital y veo en los informativos de Televisión Benavente la noticia de que se están realizando excavaciones en una parte del solar que ocupó el memorable Castillo- Palacio de Benavente.
Rememorando un poco la historia de esta ducal villa, añadimos que originariamente la fortaleza sirvió de residencia para sus fundadores. Los históricos monarcas del antiguo Reino de León. Concretamente, de acuerdo con las testimonios históricos, y anotaciones de algunos ilustres viajeros que pasaron por Benavente (Muzzer, Bartome de Villalva Estaña: “El castillo- palacio estaba entre los mejores y mas famosos de los antiguos reinos peninsulares”. Como apuntamos antes, fue su fundador Fernando II de León. Puede decirse que las obras del Castillo se iniciaron hacia 1.162.
Obras que según la interpretación criptográfica del licenciado en historia, nuestro paisano y amigo Saturnino Prieto, coinciden en el tiempo con las de las dos “Joyas» del románico que se conservan en Benavente, las iglesias de San Juan del Mercado y Santa María la Mayor o del Azogue. A este respecto, tratando de ser lo más riguroso posible con la historia, la interpretación de las marcas de cantero llevan a pensar que dichos templos fueran dirigidos por el mismo alarife (nombre genérico de antiguos arquitectos), al contrario del de Santa María que fue promovida por los monarcas leoneses, el de San Juan corría a cargo de una piadosa y noble señora cual fue Doña Aldonza Osorio.
Según se documenta en la obra de la profesora Elena Muñoz, la construcción de“La iglesia de San Juan del Mercado”, corrió por cuenta de la promotora Dª Aldonza. Esto fue así hasta que se le agotaron los recursos económicos razón por la que solicitó la ayuda de los Caballeros hospitalarios de la Orden de San Juan de Jerusalén. En posesión de esta Orden- religioso militar permanecieron durante muchos años la iglesia y el colindante Hospital de San Juan Bautista. Hoy totalmente reformado ya que el edificio original fue consumido por un incendió.
Pero como quiera que esta es otra historia, volvamos al Castillo y a las antes aludidas excavaciones que como decíamos se realizan en una parte del espacio ocupada por la antigua fortaleza y cuya finalidad concreta por ahora desconozco. Por supuesto, eso no impide hacer una muy resumida historia de tan memorable “Castillo- palacio”. Conocemos que a continuación de los reyes de León se sirvieron de él, como residencia y fortaleza defensiva,algunos monarcas de la dinastía Trastamara. Casualmente fue uno de estos príncipes, Enrique II (el fratricida) el que facilitó la posesión de la fortaleza-palacio a su hijo bastardo D. Fadrique otorgándole título de duque de Benavente. Parece ser que el duque no tuvo, ni en su conducta personal ni en la administración de la hacienda del ducado, el comportamiento que de él esperaban el monarca y sus cortesanos, razón por la cual fue juzgado y condenado, en primer lugar a prisión.
Para no perdernos en más detalles de la historia menuda nos remitimos y tomamos datos de la original “Historia de Benavente de D. Jose Ledo del Pozo”, el cual con su demostrada minuciosidad y capacidad investigadora nos introduce en una nueva etapa de la historia de esta noble Villa.
EL CONDADO DE BENAVENTE
Como es bien sabido, el primer conde de Benavente fue D. Juan Alonso Pimentel, noble portugués, Sr., entre otras, de las villas portuguesas de Viñaes , Braganza…
Sucedió que D. Juan Alonso disgustado con la conducta de su rey, respecto a él, le comunicó que dejaba de ser su vasallo. Para a continuación pasar al servicio del rey de Castilla,Enrique III de Trastamara. “Dícese que D, Enrique lo recibió muy benignamente” y por mediode su representante D. Diego López de Zuñiga, otorgo a D. Juan Alonso Pimentel varios e importantes privilegios: Primeramente , dice el privilegio real: «Yo os doy y otorgo, de juro para vos y para los que de vos vinieran, para siempre jamás, la Villa de Benavente con su Castillo y con sus aldea (…) Esta Carta-privilegio esta fechada en Madrid el 28 de enero de 1398.
Desde entonces hasta hoy, aunque despojada de los antiguos privilegios, perdura la dinastía del condado-ducado de Benavente. La detallada y rigurosa historia que D. Jose Ledo del Pozo hace de la dinastía de los condes-duques de Benavente termina con la mención de Dª María Josefa Pimentel . Esta benemérita señora, que tanto ayudó a los pobres de Benavente, por ejemplo, sufragando la educación de los niños, acumula tantos títulos de nobleza que si los citara todos no cabrían en una página. Por otra parte, parece ser que, sin ella saberlo dio origen a la leyenda de la “condesa vengativa” que “condenó al toro que había matado a su hijo, a que fuera enmaromado y corrido por las calles de la Villa, para a continuación ser sacrificado y su carne repartida entre los pobres y viudas de la población”.
Confieso que de la publicidad de esta trágica leyenda, no soy inocente. Recién llegado a esta ciudad que, con su proverbial generosidad me acogió con los brazos abiertos, el recordado Agustín Vázquez me ofreció espacio periodístico en la página de la Nueva España de Benavente para colaborar en el número extra dedicado a la fiesta del Toro enmaromado. Allí, con el seudónimo de Anibal Cross, publique una historia bastante trágica sobre dicha leyenda de “La condesa vengativa”. Dicho escrito tuvo tanto arraigo en el público que así mismo alguien me leía mi propio artículo como demostración de que la historiada leyenda era cierta.
Perdóneme, en espíritu, Dª María Josefa, pues, llevado de mi juventud y fantasía en buena parte me inspiré en la prematura muerte de su hijo el Príncipe de Anglona que según creo fue bautizado en la desaparecida Iglesia de san Juan de los Caballeros, vulgo del Reloj.
Digo que como quiera que, sin apenas darme cuenta, en buena parte me he desviado del tema original de este escrito, si ha lugar, otro día retomaremos el asunto.