A través de un artículo de Opinión remitido a Benavente Digital, el vidrialés Rafael Acedo Acedo, nacido en Santibáñez de Vidriales, ingeniero aeronáutico, vinculado toda su vida profesional en Construcciones Aeronáuticas (CASA), habiendo ocupado puestos de alta responsabilidad en proyectos y programas y quien ha sido consejero del grupo Oesía, tiene entre otros sus palmarés haber sido el primer español en recibir el Gran Premio de la Academia Francesa del Aire y del Espacio, un galardón obtenido en el año 2011 por su labor en el lanzamiento y desarrollo del programa A330 MRTT (Multi Role Tanker Transport), uno de los programas aeronáuticos más exitosos en Europa en los últimos años, como se adelantó entonces por este redactor.
Rafa Acedo no es ajeno a las inquietudes de los zamoranos y, sobre todo, de la tierra de sus raíces. En este artículo, titulado «Ecología humana al norte de Zamora«, se hace eco de las plantas de biogás previstas de construir en el noroeste zamorano, concretamente en Junquera de Tera (aunque en este caso ha sido rechazada mayoritariamente por la corporación municipal) y en la prevista en el término de Tardemézar de Vidriales, del municipio de Santibáñez de Vidriales.
ECOLOGIA HUMANA AL NORTE DE ZAMORA.
La ecología bien entendida empieza por uno mismo. Cualquier ecosistema que se precie debe, en primer lugar, favorecer la vida humana y el aumento de su población.
Este no es el caso del norte de Zamora (Benavente y los Valles y Sanabria) que pierde población a un ritmo de un 2% anual y que, sin Benavente y sus pueblos limítrofes, tiene menos de 5 habitantes por kilómetro cuadrado, cifras casi siberianas. Se puede afirmar que el ecosistema del norte de Zamora es tóxico para el sostenimiento de la vida humana, por más que sus habitantes piensen lo contrario mientras se quejan de que los pueblos se vacían, de que los servicios y los negocios cierran y que no se ve ningún futuro.
Por eso sorprende que cada vez que surge una oportunidad en algo nuevo, pero que existe en países de nuestro entorno y cultura, se rechaza en función de supuestas razones ecológicas. Veamos algunos ejemplos.
En 2006 Peque, que tenía 166 habitantes, se postuló para construir el cementerio nuclear de España. Una actividad por la que pagamos más de 30 Millones de € anuales a Francia y que contemplaba crear 300 empleos directos. No es difícil imaginar como esos empleos, y sus familias, y esos millones podían haber cambiado Peque y La Carballeda entera con una instalación prevista para durar miles de años. Por razones supuestamente ecológicas eso se tumbó y Peque sigue en su ecosistema tóxico habiendo perdido desde entonces el 30% de su población. Hoy son 122.
Por las mismas fechas en Pedralba de la Pradería, con 296 habitantes en el municipio completo, se estudiaba una mina de estaño y wolframio. En el proyecto presentado oficialmente en 2013, se contemplaba crear 101 empleos directos que sin duda hubieran dinamizado los pueblos del municipio invirtiendo su tendencia a perder población. Aunque en varios pueblos de Zamora y Salamanca ha habido minas de estaño por décadas, aquí por supuesto ecologismo se ha parado la mina y Pedralba sigue en su ecosistema tóxico perdiendo más de un 30% de sus habitantes desde entonces. Hoy son 195 (en 5 pueblos).
A algunos pueblos de la zona les llega ahora la oportunidad del biogás, desgraciadamente es una oportunidad pequeña con solo unos 7 empleos directos por planta, pero que se dan en pueblos (Santibáñez de Vidriales y Vega de Tera) que viven en ecosistemas que les han hecho perder mas de un 30% de su población desde 2006 (Vega casi un 40%). También aquí, a pesar del persistente perfume de los purines que llega con frecuencia y a pesar de que en países limpios como Alemania hay mas de 11.000 plantas de biogás, se utiliza un supuesto ecologismo para oponerse. Y para seguir en ese ecosistema tóxico que mata los pueblos.
La ecología es necesaria y su exigencia inexcusable, pero algo que solo conduce al desmantelamiento y la muerte lenta de nuestros pueblos no es ecología, es miedo a lo nuevo, a lo desconocido. Pero si no salva nuestros pueblos lo nuevo, está claro que lo viejo no lo hará. Nadie va a construir Disneylandia en Peque, aunque cabría.