La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) ha publicado un editorial en el que apuesta por tratar la COVID-19 como otras enfermedades infecciosas, entre ellas la gripe, así como recuperar la ‘vieja normalidad’ a través de la supresión de las mascarillas y de cualquier tipo de restricción.
«Ni el sistema de salud ni la sociedad en su conjunto pueden permitirse continuar testando a asintomáticos o con síntomas leves y aislando a todos los positivos, con las consecuencias que ello conlleva a nivel social y económico por las bajas laborales masivas de personas sanas. Debemos acabar con la excepcionalidad: la COVID-19 debe ser tratada como el resto de enfermedades. La inmunidad adquirida y la llegada de ómicron así lo permiten», resumen los médicos de Familia en un comunicado.
Desde semFYC resaltan que el sistema actual de control de casos «consume mucho tiempo y recursos y, como se ha vuelto a demostrar en la sexta ola, cuando aumenta de forma importante el número de casos deja de ser viable y colapsa rápidamente».
«Ha llegado el momento de dejar de hacer para poder hacer: dejemos de visitar y testar a personas sanas con síntomas menores, dejemos de rastrear y testar a sus contactos, abandonemos los aislamientos y las cuarentenas. Todas estas actividades, que tuvieron sentido en el pasado, se han visto superadas con la inmunidad adquirida (tanto por infección como por vacunación) y la llegada de ómicron», insisten al respecto.
Así, consideran que «el objetivo debe ser tratar la COVID-19 como la gripe», a través de «diagnóstico clínico y recomendaciones generales sobre autocuidado y prevención de contagios a personas vulnerables, reservando la atención sanitaria para las personas que lo necesiten por su sintomatología o vulnerabilidad». «Solo así podremos atender debidamente a quien de verdad lo necesite, por COVID-19 o por cualquier otra dolencia», destacan.
Por ello, piden mandar «un mensaje contundente y coordinado desde todas las instituciones para revertir la necesidad de realizar diagnóstico de las infecciones respiratorias leves, ya sea en los centros de salud o con test de autodiagnóstico». «El diagnóstico etiológico debe reservarse solo para los sistemas centinela de vigilancia epidemiológica», remachan.
De esta manera, se posicionan en la línea de lo expresado ayer por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una entrevista en la Cadena SER, en la que avanzó que el Ministerio de Sanidad, y en concreto el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) y la Ponencia de Alertas, están trabajando «desde hace ya semanas» un plan para abordar la COVID-19 como la gripe, es decir, a través de un sistema centinela en el que se controla la enfermedad a través de la notificación de seleccionados médicos de Atención Primaria.
Sánchez defendió que se trata de un «debate necesario» y que el Gobierno está «intentando abrir a nivel europeo», ya que, a su juicio, se cuentan con suficientes herramientas para «protegernos y reducir en la medida de nuestras posibilidades los contagios entre la población».
RECUPERAR LA ‘VIEJA NORMALIDAD’
Otra de las peticiones de los médicos de Familia es recuperar «cuanto antes» la ‘vieja normalidad’, es decir, la vida antes de marzo de 2020. Esto es, en su opinión, «sin mascarillas ni limitaciones de la interacción social».
«En el momento actual ya no tiene sentido mantenerlas y debe planificarse su eliminación, empezando por la absurda recuperación de la obligatoriedad de la mascarilla en espacios exteriores», consideran desde semFYC.
En resumen, creen que los gobiernos deben centrar sus esfuerzos en «proteger a las personas más vulnerables en lugar de tratar de frenar, probablemente con poco éxito, la circulación del virus a nivel poblacional». Como alternativa, defienden que la transmisión del SARS-CoV-2 va a favorecer la protección de la población ahora que la gran mayoría está vacunada.
«Esta protección focalizada se puede conseguir a partir de tres ejes: vacunación de las personas de riesgo, recomendaciones específicas para las personas vulnerables (minimizar contactos cercanos con personas con sintomatología respiratoria, valorar el uso de mascarillas FFP2 en situaciones de alto riesgo de contagio en momentos de incidencia elevada) y actuaciones específicas en ámbitos como las residencias geriátricas, que en algunas comunidades autónomas han concentrado más de la mitad de todas las defunciones por COVID-19», argumentan.
ÓMICRON, MENOS GRAVE
Los médicos de Familia defienden que esta sexta ola «ha sido distinta a todas las demás», porque «la llegada de ómicron está dejando una gran cantidad de infecciones con niveles máximos de incidencia, pero con pocos casos graves en términos relativos».
Al respecto, recuerdan que, según datos del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), actualmente la mitad de las infecciones detectadas son asintomáticas y los indicadores de hospitalización y muerte están en mínimos históricos.
«Esto se debe en parte a la menor patogenicidad intrínseca de ómicron respecto a variantes previas, y también a su mayor facilidad para infectar a personas con inmunidad previa (por infección o por vacuna) y que, por tanto, presentan un riesgo bajo de enfermedad grave», justifican.
En perspectiva, esgrimen que «la baja frecuencia de enfermedad grave, junto a la saturación tanto de la Atención Primaria como de Salud Pública por casos leves, debe llevar a replantearse cómo afrontar la pandemia a partir de este momento».
Igualmente, añaden que no se ha vuelto a producir un colapso hospitalario como en la primera ola, aunque reconocen que «continúa siendo cierto que una proporción muy pequeña de casos graves en un contexto de un número muy grande de infecciones simultáneas puede acabar por causar un número importante de hospitalizaciones».
«Habrá que homogeneizar protocolos de ingreso tanto convencional como a unidades de críticos, así como distinguir si hablamos de ingresos por COVID-19 (cuadros de infección grave), con COVID-19 (descompensaciones de otras patologías), hallazgos casuales (por ejemplo en las pruebas de ingreso por otros procesos) o infecciones nosocomiales», apuestan.
Por último, vaticinan que «el escenario más probable es que el SARS-CoV-2 conviva con nosotros durante muchos años». «No sabemos si en el futuro seguirán existiendo este tipo de olas ni con qué cadencia (por ejemplo, la gripe o el virus respiratorio sincitial (VRS) se presentan en una única epidemia anual) o si entrará en una endemia estacional con una circulación más o menos constante durante los meses fríos (como hacen muchos otros virus respiratorios, entre ellos los cuatro coronavirus catarrales que afectan a los humanos). Tampoco es descartable, aunque resulta poco probable, que acabe desapareciendo como sucedió con el SARS-CoV-1, que circuló entre 2002 y 2004», concluyen.