La ‘operación bikini’: el gran enemigo de los trastornos alimenticios en verano

El verano es una época crucial para el autoestima de los jóvenes, y, sobre todo, para las personas que padecen un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) ya que la conocida ‘Operación Bikini’ aumenta la presión sobre las pacientes, además de utilizar la excusa de «compensar» los excesos del verano para adelgazar, según advierten los expertos de Ita Salud mental.

«La Operación Bikini —concepto que, además, implica que hay algo que operar, modificar o intervenir— es una más de las presiones sociales que sufren en su mayoría las mujeres — dirigida especialmente a ellas como su nombre indica— y que aflige en gran medida a adolescentes y jóvenes, ya que estas franjas de edad son más vulnerables e influenciables por estar más conectadas a redes sociales y, por tanto, ser más susceptibles de recibir este tipo de mensajes y contenido», según señala la psicóloga de Ita Sevilla, Almudena Sánchez.

Del mismo modo, se suele intentar «compensar» los «excesos» con rutinas de deporte imposibles o dietas aleatorias peligrosas. Así, los trastornos alimentarios se agravan durante el verano, ya que en ocasiones se realizan dietas extremas para conseguir esta bajada de kilos haciendo creer que se tendrá más seguridad a la hora de ir a la playa y quedarse en bikini. Esta condición precisamente genera más obsesión, inseguridad y frustración al ver que no se consigue; e, incluso, episodios de atracones y otras consecuencias de padecer un TCA.

De hecho, las personas que sufren algún TCA están expuestas a empeorar durante el verano. En este sentido, la profesional de Ita Sevilla brinda una serie de recomendaciones para tener en cuenta en el marco de Operación Bikini y TCA.

Entre los consejos se incluyen: seguir pautas de alimentación saludable todo el año; tener claro que no existen las dietas milagro y que suponen un riesgo para la salud física y mental; poder ser flexibles, la rigidez resta libertad ya que, aunque algunos alimentos no se deben tomar a diario, pero no pasa nada por tomarlos de forma ocasional; no hablar sobre el cuerpo propio ni ajeno, evitar las comparaciones y comentarios críticos o alabando la pérdida de peso; revisar ropa del año pasado, cambiarla por talla adecuada si fuera necesaria, y no aumentar las rutinas deportivas por el hecho de que llega el verano y permitirse tiempos de descanso.

Sin duda, el miedo al rechazo, a la soledad, a no ser aceptado, a no ser suficiente… se esconden tras la necesidad de bajar de peso o del rechazo al cuerpo y las dificultades con la comida. Prevenir y detectar a tiempo, solicitar ayuda profesional especializada para un diagnóstico e intervención precoz son factores claves para frenar la gravedad y cronificación del problema.

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