La viceconsejera de Acción Cultural, Mar Sancho, ha presentado hoy en León la publicación ‘La nodicia de kesos. Un testimonio del romance leonés más antiguo’, edición crítica dirigida por el paleógrafo emérito de la Universidad de Valladolid y Premio Castilla y León, José Manuel Ruiz Asencio, y por el filólogo José Ramón Morala Rodriguez, de la Universidad de León. La obra ha sido editada por el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua dentro de su colección Beltenebros.
Sancho ha ensalzado “el lugar destacado en la historia de la lengua de este texto leonés”, al mismo tiempo que ha incidido en los varios trabajos, tanto de investigación como de divulgación, de los orígenes del español que la Consejería realiza. “Nuestro pasado es nuestro presente y nuestro futuro, pues gracias a referencias como ‘La nodicia de kesos’, así como a la promoción que realiza la Junta, cada vez es mayor el número de estudiantes de español que recalan en Castilla y León, en general, y en León, en particular”, ha destacado la viceconsejera.
La divulgación de ‘La nodicia de kesos’ comienza con esta edición crítica y continuará a lo largo del año 2024 en el ámbito didáctico, con la realización de actividades para el conocimiento del texto y su historia en centros educativos. Dichas actividades divulgativas estarán destinadas a alumnos de 5º y 6º de Primaria, así como de todos los cursos de Secundaria, y el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua las impartirá en 36 centros educativos y 18 centros rurales agrupados.
El documento, conocido como ‘Nodicia de kesos’ por ser estas las palabras con las que se inicia, no es más que un humilde inventario de los quesos que había gastado el hermano Jimeno, despensero en el monasterio leonés de los Santos Justo y Pastor de Rozuela –ubicado en las inmediaciones de Ardón–, en las labores de las viñas y majuelos de la Comunidad. Redactado en el reverso de una donación hecha al citado monasterio en el año 959, es, por tanto, una especie de nota de uso doméstico, sin mayor valor jurídico o notarial, pero que constituye al mismo tiempo una pieza de gran interés para la filología hispánica.
Según han referido los autores de esta edición, el despensero, “hombre de pocas letras aunque algunas tenía”, en vez de hacer las anotaciones en una tablilla encerada, utilizó el dorso de un pergamino donde, en la parte carnosa, había sido escrito en 959 en visigótica cursiva de calidad una donación para después de sus muertes, de un matrimonio sin hijos llamados Hermenegildo y Zita de una heredad llamada Auctarios, en la comarca leonesa de los Oteros del Rey. Jimeno utiliza una escritura visigótica muy rústica y comete con frecuencia errores y omisiones.
El original se conserva en el archivo catedralicio de León y algunas de las correcciones que esta edición crítica realiza sobre textos anteriores han sido posibles gracias a la realización de fotografías digitales con filtro ultravioleta propiciadas por Manuel Pérez Recio, archivero de la Catedral.
Ruiz Asencio dedica una parte importante de su colaboración al estudio de los monasterios de Rozuela y de Cillanueva, ambos bajo la advocación de los santos Justo y Pastor y muy próximos geográficamente entre sí.
Según apunta Morala, el hecho de tratarse de un texto redactado sin los habituales formulismos –propios de documentos con contenido comercial o jurídico– sino de un escrito poco convencional, tuvo como consecuencia que su autor lo escribiera en un modelo de lengua que constituye una buena muestra de lo que ya serían las lenguas romances usadas en la lengua oral y cada vez más alejadas del latín, que se seguía utilizando en escritos de carácter más formal. Ahí radica, por tanto, su lugar destacado en la historia de la lengua.