El Parador de Benavente (Zamora) ha reabierto hoy sus puertas recibiendo a sus primeros clientes tras permanecer cerrado durante siete meses por obras. Una actuación que ha supuesto una inversión de 1,6 millones de euros, más IVA, con la que se ha sometido a una profunda intervención que ha permitido una actualización y mejora de todos sus espacios sin perder la esencia del histórico edificio y la marca Paradores.
Ya con anterioridad se había acometido la restauración de la fachada y la eliminación de barreras arquitectónicas. Ahora, la intervención ha tenido como base principal la reforma integral de 30 habitaciones y los baños, así como los aseos públicos de la primera planta y la mejora de los accesos al comedor. En cuanto a instalaciones, también se han sustituido las cámaras frigoríficas de la cocina. Estas obras han supuesto una inversión de 1.333.903,74 euros, más IVA.
Decoración moderna sin perder la esencia del Parador
También se ha aprovechado para poner al día la decoración del establecimiento que se ha centrado en las 30 habitaciones reformadas dotándolas de un toque contemporáneo sin perder la esencia del Parador a través del mobiliario, los textiles y las luminarias, que en algunos casos se han recuperado y restaurado para ofrecer una combinación perfecta. En cuanto a las zonas comunes como la cafetería, se ha restaurado y retapizado el mobiliario existente en el Parador y se han recuperado piezas de otros Paradores, otorgándoles una segunda vida. En los vestíbulos también se han restaurado y sustituido los textiles de los muebles existentes por otros más confortables y modernos. En cuanto a los pasillos de las habitaciones, se han instalado alfombras nuevas con un diseño especial, que han sido fabricadas ex profeso para Paradores. El proyecto de interiorismo ha contado con un presupuesto de 238.512,86 euros, más IVA.
Colección artística
Aprovechando la redecoración, también se han revisado las piezas de la colección artística. El interior del castillo atesoraba elementos arquitectónicos y artísticos de gran belleza marcados por el estilo mudéjar, algunos de estos elementos han llegado a nuestros días y pueden verse en el parador. En este sentido, se encuentran restos de azulejería y de las yeserías talladas que en su día adornaron sus salones, además, en las excavaciones realizadas en la recuperación del edificio como parador aparecieron más restos como son dos cabezas que formaban parte de una decoración heráldica. En la Torre del Caracol no se puede dejar de contemplar la imponente y bella techumbre mudéjar procedente de la iglesia de San Román del Valle.
Paradores ha colaborado con el Centro de Estudios Benaventanos “Ledo del Pozo” que han prestado para su exhibición en el parador un cuadro datado en el siglo XIX que representa una vista de la fachada occidental del castillo de Benavente. Además, de la donación de volúmenes editados por esta entidad sobre temas relacionados con temas benaventanos que estarán a disposición de los clientes para su consulta.
Un poco de historia
Del castillo mandado construir por Fernando II de León en el cerro de La Mota de Benavente sólo queda como testigo la Torre del Caracol. Los avatares históricos, sus diferentes usos y el abandono redujeron a ruinas la fortaleza y su recinto amurallado. La declaración de monumento histórico -artístico en 1931 llegó tarde y la ruina sólo se vio frenada con la asignación de un nuevo uso, el hotelero.
Fue entonces cuando la reutilización hotelera de la torre superviviente supuso la adaptación de sus restos y la reconstrucción de nuevas estructuras sobre los cimientos del castillo. La idea de convertir la vieja torre del castillo de Benavente en uno de los establecimientos turísticos de la red del Estado se inició en 1929 por parte del Ayuntamiento de la localidad, que ofreció el inmueble al Patronato Nacional de Turismo. La idea fue desestimada porque no se quería construir una hostería tan próxima a La Bañeza (León), donde se levantó un “albergue automovilista”, un novedoso tipo hotelero destinado al incipiente turismo automovilista.
No sería hasta los años sesenta, cuando el Ayuntamiento retomó la idea de rehabilitar la torre, que el gobierno central hizo suya. El encargado de su rehabilitación y reconstrucción fue Manuel Sainz de Vicuña, arquitecto del ministerio, cuya actuación fue casi por completo de nueva planta y también se encargó del diseño de interiorismo dotándolo de un ambiente medieval. El Parador abrió sus puertas al público el 20 de marzo de 1972 con el nombre de “Rey Fernando II de León” y el año pasado celebró su 50 aniversario en un acto al que asistieron representantes institucionales regionales y locales y antiguos empleados que habían trabajado en este parador.