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Desde Villafáfila a Valencia llega la solidaridad en plato caliente

El joven Daniel Fidalgo ha repartido diariamente la comida a voluntarios y vecinos afectados por la DANA

Hasta tierras valencianas, hasta los afectados por la devastadora DANA en localidades como Catarroja, Paiporta y Algemesí, ha llegado la solidaridad en platos de comida y bocadillos, así como cafés y chocolate. Pero, sobre todo, el apoyo y consuelo en momentos tan difíciles para tantas personas que han sufrido lo indecible. De eso sabe muy bien Daniel Fidalgo, quien desde Villafáfila no dudó en trasladarse a la tierra valenciana con el fin de poner sus manos a disposición de todos, de repartir un plato caliente de comida y bocadillos a muchos de los afectados y voluntarios.

Durante toda una semana se ha encargado de organizar marchas solidarias, de distribuir desayunos y comidas a todos los que llegaban hasta su puesto, instalado unos días en Catarroja, otros en Paiporta y otros en Algemesí. No obstante, la primera estampa con la que se encontró Daniel fue la de contemplar un paisaje desolador, «esto es un desastre total, es que no hay por donde cogerlo, es igual que en una guerra», explicó a Benavente Digital Daniel Fidalgo apuntando a una visión terrorífica con las plantas bajas de las casas destruidas, todo lleno de lodo y barro, vehículos apilados y eso sin contar con las numerosas vidas humanas y las frustraciones y sentimientos indescriptibles en los afectados que han dejado a su paso los efectos de la devastadora DANA.

Daniel había recogido productos en IFEZA, en la capital zamorana, en colaboración con la Diputación y, tras contactar con un compañero dj valenciano y con organizaciones sociales, se dirigió a Catarroja. Su primer destino en Catarroja fue gracias a la UME que ya se encontraba faenando en la zona. Fueron estos militares quienes le ayudaron en sus primeros momentos, según explica.

Una odisea llena de entrega

Comenzaba así una actividad solidaria, día tras día, hora tras hora, preparando los platos de comida, bocadillos, cafés, chocolate con bizcochos, desayunos y comidas a distribuir a vecinos y voluntarios, a militares, a bomberos, policías. Todo ello bajo la enseña zamorana y no podía faltar, ¡claro está! uno de los platos más apetecidos, el arroz a la zamorana. Bomberos zamoranos, bomberos madrileños, médicos de Villalpando, algún que otro soldado de Manganeses, de Sanzoles, así hasta una amplia relación de invitados deseosos de hacerse con un más que suculento plato de comida elaborada por el chef Daniel Fidalgo quien ya es un avezado en estas lides de preparar menús numerosos. Hasta 240 platos de arroz a la zamorana llegó a servir un día en la tierra valenciana y no menos del centenar de bocadillos y del caliente chocolate.

Toda una odisea la vivida en primera persona por Daniel Fidalgo a quien desde el primer momento le movió la necesidad de ayudar, de aportar lo que mejor podía entregar, él mismo. Sin embargo, no deja de sentir una sensación agridulce al comprobar en primera persona como en las desgracias son muchos los que se aprovechan de la situación. Incluso, quienes como sucedió en Catarroja, a los voluntarios de Cruz Roja se les veía despreocupados mientras todos los voluntarios estaban ocupados en atender a afectados y ejercer tareas de limpieza. «Todos estábamos llenos de barro y ellos dando cuatro paseitos y mirando de allí para acá y bien limpios. Esto no lo digo yo solo, es que lo decía todo el mundo, los agentes de la Guardia Civil y de la Policía», asegura Daniel indicando, además, que «todo el que quiera ir allí tiene a donde dar el callo, porque hay de sobra para colaborar». Eso si, «a través siempre de una organización, de un contacto oficial», resalta, «porque, de lo contrario, lo que se puede hacer es estorbar».

Daniel Fidalgo ha regresado ahora a su tierra natal, pero regresará nuevamente a la tierra valenciana, «seguramente a Catarroja«, dentro de 15 días. Su satisfacción es plena por el granito de arena que ha podido aportar y eso se lo están demostrando no pocos voluntarios que permanecen en la zona cero. Algunos le han llamado echándole de menos. Hasta le han comprado décimos de lotería.

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