
En el Día Mundial del Agua, que se celebra este sábado 22 de marzo, se convoca una gran manifestación contra las macroplantas y las macrogranjas, tanto de biometano y biogás, como las de porcino. Valladolid ha sido la ciudad elegida nuevamente para salir a la calle en contra de este tipo de instalaciones industriales.
Con salida a las 12:00 horas de la Plaza de Colón y final en la Plaza Mayor vallisoletana, los manifestantes alzarán nuevamente en rechazo de estas instalaciones en el territorio castellano y leonés, convocados por los movimientos vecinales contra el biogás y las macrogranjas de Castilla y León.

Manifiesto que se leerá en la manifestación:
¡NO ES PROGRESO, ES DESTRUCCIÓN! ¡NO MACRO-PLANTAS Y NO MACRO-GRANJAS!
Vecinas y vecinos de Castilla y León:
Nuestra tierra, nuestros pueblos, nuestra agua y nuestra salud están en peligro. Las macro-granjas y macro-plantas de biogás que están proliferando en nuestra región no traen ni bienestar, ni empleo, sólo
contaminación, sobreexplotación, sufrimiento y destrucción. Son un modelo insostenible y un gran coste
ambiental natural, social y económico.
Las macro-granjas y macro-plantas de biogás están provocando:
● Un uso desmesurado y privativo del agua: una sola macro-granja puede consumir más agua que un pueblo entero. En zonas donde la sequía ya es un problema grave, estas instalaciones agravan la escasez y ponen en peligro el acceso al agua potable, un derecho humano esencial.
● Contaminación del suelo y del agua: los purines y digestatos, residuos generados por la ganadería industrial y las macro-plantas de biogás, contienen gran cantidad de nitratos y otras sustancias nocivas
(antibióticos, hormonas, metales pesados, etcétera) que se vierten al suelo y contaminan los acuíferos, provocando que en muchos pueblos no se pueda consumir el agua del grifo.
● Deterioro de la calidad del aire y la salud: las macro-granjas y macro-plantas de biogás generan gases
contaminantes como metano, amoníaco, dióxido de carbono y óxidos de nitrógeno. Su impacto en la salud es devastador, causando un aumento alarmante de enfermedades crónicas y reduciendo la esperanza de vida. Además, estos gases aceleran el calentamiento global e intensifican los fenómenos meteorológicos extremos.
● Falsas promesas de empleo y desarrollo: nos mienten cuando dicen que estas industrias crean riqueza. La realidad es que destruyen más empleo del que generan y no fijan población. Es más, destruyen otras
actividades, como la ganadería extensiva, el turismo y la vinicultura, que han sustentado a nuestras
comunidades durante siglos.
● Despoblación y pérdida de calidad de vida: los malos olores, la contaminación y la falta de oportunidades hacen que vivir en nuestros pueblos sea cada vez más difícil. La implantación de estas industrias sólo acelera el abandono y la despoblación del medio rural.
● Degeneración de los pueblos en vertederos de la comarca y en territorios de sacrificio: los pueblos en los que se instalan las macro-plantas de biogás, debido al desmesurado tamaño de éstas, se convierten en auténticos basureros, con tránsito constante de camiones de alto tonelaje, llenos de residuos que nadie quiere (purines, lodos de depuradora, restos industriales y de mataderos, cadáveres animales y un largo etcétera), traídos desde muchos kilómetros de distancia. Y además, atraen a más macro-granjas.
● Una sinergia macabra, que lejos de resolver el problema, lo intensifica y perpetúa un modelo de ganadería industrial insostenible: el digestato de las macro-plantas de biogás es un residuo peligroso que contiene la misma cantidad de nitrógeno que los purines, pero además otros elementos altamente contaminantes del agua, el suelo y el aire. No puede ser considerado como abono adecuado para las tierras de labor.
Categóricamente no es abono, es veneno.
La realidad en Castilla y León:
Las administraciones públicas -Consejería de Sanidad, Consejería de Medioambiente y Confederaciones Hidrográficas- están permitiendo este saqueo de nuestros recursos, aprobando proyectos sin control ni
transparencia.
En Castilla y León, hay en trámite más de 101 proyectos de macro-plantas de biogás (multiplicando por 33 las existentes y con posibilidad, según el sector gasista, de imponer hasta 520), 81 expedientes de nuevas macro-granjas (disparando la población porcina, que ya es actualmente casi el doble que la población humana) y otras tantas plantas de hidrógeno. Todo esto sin planificación, sin estudios ambientales rigurosos y lo más importante, sin tener en cuenta a la ciudadanía.
Cada nueva macro-granja o macro-planta de biogás aprobada, es:
● un golpe a nuestra tierra, un peligro para nuestra agua y una amenaza para nuestra salud.
● un mazazo para la convivencia social en los pueblos. Son sufrimiento y provocan disrupción social.
Están convirtiendo “Castilla y León, Excelente” en “Castilla y León, Pestilente”. Son nocivas se pongan donde se pongan y acaban repercutiendo a tod@s.
La realidad es que capitales privados se apropian de los recursos y fondos públicos, pero toda la ciudadanía sufre y costea todos los problemas sociales, ambientales y económicos que estas macro-industrias generan.
Por el momento, la región es líder en turismo rural a nivel nacional y una referencia internacional con multitud de IGP (Indicación Geográfica Protegida) y DOP (Denominación de Origen Protegida), lo que demuestra la calidad de sus productos: vinos, quesos, legumbres y otros, que pertenecen a sectores
económicos fundamentales, que sí producen riqueza real, local y puestos de empleo, pero con un futuro en peligro seriamente amenazados por las macro-granjas y macro-plantas de biogás.
Reclamamos urgentemente:
- Apuestas reales por modelos sostenibles de ganadería extensiva, agricultura que regeneren la tierra,
el agua y la forma de alimentarnos saludablemente, energías renovables de autoconsumo con modelo distribuido, que verdaderamente fomenten la economía local, el arraigo y el amor al
territorio, en vez de su destrucción. - Para las macro-granjas que ya están funcionando y contaminando, una legislación mucho más estricta con medios para hacerla cumplir. Basada en criterios científicos y técnicos, redactada pensando en las generaciones futuras y aprobada por democracia participativa de las y los habitantes de los pueblos.
- Que dejen de asediar a nuestros pueblos. Que nos dejen vivir.
Nos unimos el día 22 de marzo, en el Día Mundial del Agua, para defender un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos, el agua limpia. No queremos que intereses ajenos a nuestra comunidad destruyan nuestro futuro.