Fue ayer Miércoles Santo cuando la Cofradía del Silencio volvió a llenar de solemnidad y recogimiento las calles de Benavente. A las ocho de la tarde, la iglesia del Carmen acogía la Ofrenda del Silencio y el juramento individual de cada cofrade ante la imagen del Cristo de la Salud.
El tiempo respetó el recorrido procesional
Tras la cancelación del año pasado debido a la lluvia y el viento intenso, este año el cielo dio una tregua y permitió que la procesión se desarrollara con normalidad. Aunque la noche fue algo fría, el clima permitió que la devoción se manifestara sin contratiempos en las calles del centro histórico.
Una de las grandes alegrías fue ver nuevamente en la calle al Cristo de las Ánimas, que no pudo salir por primera vez el año pasado. Junto a él, procesionaron las imponentes imágenes del Flagelado y del Cristo de la Salud, custodiadas por los hachones que portaban los cofrades, creando una impresionante línea luminosa a través de la oscuridad de las calles.

La plaza mayor en total oscuridad
Uno de los momentos más esperados fue la parada en la Plaza Mayor, donde todas las imágenes se situaron alrededor del recinto para escuchar, en absoluto silencio, el Himno del Cristo de la Salud, este año en una versión grabada por el Coro del Carmen de la misa de niños.
Música, fe y despedida
La procesión fue acompañada por la banda Maestro Lupi, que aportó solemnidad con sus interpretaciones a lo largo del recorrido. Al regresar a la iglesia, todos los presentes alzaron la mirada al mosaico de la Virgen que corona la fachada, mientras se escuchaba una salve interpretada por Aarón Esteban Blanco, alumno del Conservatorio Superior de Música de León. Con esta última pieza musical, la noche cerró con emoción y recogimiento.
