Desde la plataforma StopBiogás Zamora se reitera la falsa comparativa de las plantas de biogás que operan en Alemania con las previstas de instalar en el territorio zamorano.
Reproducimos íntegramente el escrito remitido:
COMULGAR CON RUEDAS DE MOLINO
Alemania nos lleva 40 años de ventaja con el problema de la contaminación de los acuíferos por nitratos.
De hecho, ya en el año 86 tuvieron que empezar a canalizar agua potable para abastecer grandes zonas rurales, al ser conscientes de que sus acuíferos se habían contaminado con los nitratos del purín procedente del crecimiento descontrolado de la industria porcina.
En España esta industria siguió los pasos de Alemania en Cataluña y en Aragón, en muchos lugares de estas comunidades ya no tiene cabida ni una sola granja de cerdos más y la normativa es más restrictiva.
Con cierto retraso este “progreso” llegó a Zamora, donde en los últimos años la proliferación de las macrogranjas porcinas ha sido a todas luces desmesurada (en el periodo 2015/2023 aumentó la cabaña porcina en casi un 40%). Por supuesto, los problemas que se habían constatado por el uso de este sistema de granjas de cerdos con rejillas y generación de purines, han aparecido en muchas zonas de nuestra provincia.
Se plantea que la instalación de plantas de biogás puede ser la solución a este problema y se establece un paralelismo con las plantas instaladas en Alemania. Pero olvidando que la inmensa mayor parte de las plantas construidas allí son pequeños digestores de consumo local que, sin ser lo más conveniente, no tienen nada que ver con las plantas diseñadas para Zamora. Sencillamente, son dos cosas diferentes. En cuanto a las plantas alemanas de gran tamaño como la de Güstrow, ya explicamos con detalle
porqué tampoco producen los enormes perjuicios que las proyectadas para Zamora. Otra vez es comparar cosas distintas.
Sumideros de carbono
Técnicamente, el transformar el carbono de la paja para después quemarlo en forma de gas no puede considerarse como reducción de emisiones de CO2, aunque este tipo de plantas son consideradas como sumideros de carbono. Tendrán pingües beneficios por esta consideración al vender los derechos de emisiones.
Las cantidades ingentes de paja que consumirían estas plantas de biogás ahora se están utilizando para alimentar y dar cama a la ganadería familiar en nuestros pueblos, mejorando la calidad de las tierras al utilizarla como abono y aumentando la cantidad de carbono que contienen los suelos, siendo un sumidero real del mismo.
Los abonos y enmiendas orgánicas que salen de las plantas de biogás pueden contener, con el amparo de la ley, hasta 5 g de plástico por Kilo, 1 mg de Mercurio, 2 Mg de Plomo… y así hasta una larga lista que permitiría abonar con un cóctel de metales pesados, dioxinas y furanos, que tarde o temprano acabaríamos comiéndonos, provocando grandes problemas de salud pública.
El nitrógeno que entra en las plantas es casi el mismo que sale
Y todo ello además de no acabar con el nitrógeno del purín pues el que entra en las plantas de biogás es casi el mismo que sale de ellas.
La ganadería tradicional y familiar es la que realmente podría fijar población y no espantar con su actividad a posibles nuevos habitantes. Hoy día es la que contribuye a amortiguar la sangría de población en nuestra provincia.
Las administraciones priman la ganadería industrial en detrimento de la extensiva y familiar
A pesar de esto se sigue apostando por fomentar con cuantiosas ayudas el aumento sin límites de la ganadería industrial en detrimento de la extensiva y la familiar (granjas de tamaño proporcionado a la capacidad de carga del medio), que es en la que habría que invertir esos recursos.
La ganadería extensiva además preserva un valioso legado de nuestros antepasados, las razas autóctonas, que se encuentran en peligro de extinción y que cuentan con un incalculable valor al adaptarse perfectamente a las condiciones de nuestro territorio, optimizando el aprovechamiento de los recursos y siendo mucho más resistentes ante las perturbaciones que plantea el cambio global.
La evolución impuesta que ha implicado pasar de una ganadería sostenible familiar a otra basada en macrogranjas únicamente beneficia a unos pocos y ocasiona graves costes para la salud, la economía y las tradiciones del resto de la población.
Vender esto como progreso es tratar de hacernos comulgar con ruedas de molino.